miércoles, 6 de junio de 2007

preparando la vuelta. parte 1: lidiando con la burrocracia.

la vuelta será inminente y por esa razón realicé todos los preparativos para salir de la república sin problemas. el primero de ellos fue normalizar mi salida. al salir del país hay que entregar la forma migratoria que se rellenó al entrar y en la que se declara la condición bajo la cual uno se encuentra en ese país. como me robaron la mía, no sé qué pasará si intento salir sin ella; tampoco quiero descubrirlo en el momento en que vaya a tomar el avión, pues seguro que se ponen bien culeros y tendré que realizar algún trámite o cualquier pedo que me haría perder el vuelo. así que solucioné todo por la vía legal.
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el miércoles 30 de mayo, llegué bien temprano al d.f., procedente de guadalajara. lo primero que hice fue ir a buscar mi pasaporte al consulado español, y una vez con él en mi mano me dirigí a las oficinas del instituto nacional de migración (i.n.m) dispuesto a enfrentarme a ese animal lento, perezoso pero brutal que es la burrocracia.
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fomé en la fila necesaria, aguardé el tiempo que el funcionario tardó en aparecer después de estar viéndosela un rato y el que se tomó en atender a cada persona. le expliqué mi caso y me dio una solución: rellenar los dos formularios correspondientes y escribir una carta, a mano, en la que explicase mi caso y solicitase una audiencia con el licenciado para el día siguiente, jueves, uno de los dos únicos días en los que el licenciado (¡¡como odio este título!!) hacía ese tipo de cosas. todo esto para conseguir un documento: la salida definitiva del país
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me presenté con todos estos documentos el jueves por la mañana y me inventé una pequeña historia y gestos para darle algo de pena al licenciado y me diese el papel que requería de forma inmediata. la contienda con la burrocracia había comenzado y de momento todo me estaba yendo bien, me suponía que los problemas con este bicharraco inmundo vendrían más adelante pero, que tras cierta demora, obtendría lo que quería: un papel con el que me dejasen salir. pero no, los problemas comenzaban ahora. "hola, venía a solisitar una audiensia con el lisensiado", dije a una burrócrata. "¿qué lisensiado?", me pregunta. "ay, pues no sé. no me dijeron ninguno en espesífico". le cuento de nuevo todo mi caso y me dice que ése no es el edificio donde tengo que solucionar mis problemas, que tengo que ir a otro que está a unas calles más lejos. ¡¡chinga su madre, cabrón!! la burrocracia me asesta el primer revés.
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mi combate contra esta hediondez estaba determinado hasta lo más mínimo por el tiempo, mejor dicho, por la escasez de tiempo: los boletos de avión estaban subiendo de precio cada día de forma lenta pero constante, como si fuesen la arena que se escurre del reloj e impide la escapada. el poco dinero que me quedaba en mi cuenta era para esos boletos y debía comprarlos cuanto antes. pero he aquí lo problemático: podía comprarlos para una fecha determinada y la burrocracia retrasarse en su documento, por lo que perdería la salida para el día requerido; podía esperar la resolución de la burrocracia y luego comprarlos, aunque viendo cómo iban evolucionando estarían a un precio prohibitivo para mi. ambas opciones implicaban un riesgo muy alto. yo opté por la segunda, más segura, intentando alargar el tiempo y encoger los trámites burrocráticos. pero esta pestosidad no permite que la reduzcan.
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en el otro edificio volví a relatarle a una burrócrata mi situación. como respuesta obtuve más documentos a rellenar y presentar, y una paradójica situación: para obtener la salida definitiva debía presentar el boleto de avión. "es que es un billete electrónico, no es físico", le dije. "me vale vergas", me vino a decir.
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continuará

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Burocratitis mexicana.

Tan lejos de Dios, pero tan cerca de los USA, !!!pero que poco aprendes el pragmatismo del vecino de arriba, sólo en parecerte medianamente en algo, y no tener tanta reglamentitis oficial que por eso te hacen tan deleznable si a alguno de tus funcionarios les debo de encargar una gestión.

Claro que todo se resuelve si ven "grasa" por medio, para que funcionen, con su funesta " mordida", en otros lados cohecho, o soborno, o peaje.

Anónimo dijo...

O los bandoleros, kolega que con su uniforme sin arrugarse un pelo pegan los palos al incáuto que vean que tiene plata. Loa bandoleros kolega.